miércoles, 5 de diciembre de 2012

La labor del periodista


¿Cuándo un periodista deja de ser periodista para convertirse en ciudadano? ¿Deja en realidad el periodista de ser ciudadano en el ejercicio de sus funciones como mero transmisor de los hechos que acontecen?

Una de las banderas del periodismo es, además del rigor, la objetividad. Como muchos sabemos, la objetividad stricto sensu es imposible porque que un periodista cubra una noticia ya es algo parcial puesto que descarta determinados elementos que componen el hecho y se queda con otros.  


Si bien es cierto que el periodista ha de acercar a los ciudadanos un hecho mediando en él lo menos posible al igual que no debe dejarse influir por aquello que está contando. ¿Qué ocurre cuando el periodista se encuentra ante un hecho de cierto interés informativo en el que está en juego lo más sagrado que puede tener un ciudadano que es su propia vida? La lógica como ciudadanos (y como periodistas también) nos haría abandonar la labor ciudadana para ayudar a aquel cuya vida corra peligro.

Nada más lejos de la realidad, la portada del New York Post de ayer 4 de diciembre demostró que aún quedan periodistas que priman el (morbo del) hecho noticioso frente a la vida. El diario neoyorkino eligió para su portada una fotografía de un hombre que está a punto de ser atropellado por el metro de Nueva York después de que un delincuente que quería robarle lo tirase al andén. La imagen muestra al hombre agarrado al andén y mirando cómo el convoy se aproxima hacia él.

¿Dónde está el límite entre la información? El fotógrafo asegura que estaba demasiado lejos y que no pudo evitar el atropello, pero ¿acaso lo intentó o le valió más coger una instantánea para la portada de su periódico? ¿Acaso esta situación no es similar a la omisión del deber de socorro de aquel que ve un accidente de tráfico y no para ante el mismo?

El debate está ahí y nadie se libra de opinar, pero lo cierto es que esta vez ha sido una portada la que se ha convertido en noticia y se supone que el periodista ha de limitarse a trasmitir un hecho y no a ser reconocido por contarlo.  

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