lunes, 10 de diciembre de 2012

Ideas para cambiar


El PSOE se enfrenta a un proceso de renovación que viene de lejos, desde las elecciones del 20 de noviembre puesto que tras la pérdida de 4,5 millones de votos son muchos los que apuestan por una renovación en las filas del partido. La formación necesita delimitar sus políticas de actuación así como sus bases de partido.


En febrero tuvo lugar en Sevilla el 38º congreso federal del PSOE en el que Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba se postulaban para el puesto de Secretario General del Partido. Además de elegirse al Secretario General del Partido, en ese congreso se eligieron a los 46 miembros del comité federal y a la Comisión Ejecutiva. Esta comisión es la encargada de elegir y aplicar la política del partido. Según palabras de los propios socialistas, además de elegirse a la cabeza visible de la formación con sede en Ferraz, se definieron los principios, se fijaron los programas del partido y se estableció la estrategia que los socialistas seguirán en los próximos años.

En su ponencia marco, los socialistas defienden las elecciones primarias abiertas a simpatizantes (no afiliados) para elegir a sus candidatos a la Presidencia del Gobierno, a las presidencias de las comunidades autónomas y a las alcaldías de las ciudades de más de 50.000 habitantes.

No es esta la primera vez en la que se habla de dos grupos claramente definidos en el PSOE. Ya entre 1977 (año en el que se produjo su legalización) y 1979, cuando el partido pasó de estar en la clandestinidad a consolidarse como partido de la oposición el clima de tensión y enfrentamiento se palpaba entre dos sectores bien distintos, el moderado, liderado por Luis Gómez, Francisco Bustelo y Pablo Castellano y el crítico al frente del cual se encontraban Felipe González y Alfonso Guerra. El PSOE perdió las elecciones del 30 de marzo de 1979 con un total de 121 escaños mientras que UCD obtuvo 168 asientos en la cámara. El PSOE se transformó en el principal partido de la oposición puesto que la tercera opción, el PCE, contaba tan sólo con 23 representantes en el Congreso de los Diputados. Era el momento de que los electores indecisos se decantaran por el PSOE como partido para ocupar el Gobierno y para esto la postura más radical, que había definido al partido, debía suavizarse y abrirse a las corrientes progresistas. En las elecciones municipales del 3 de abril de 1979 se renovaban más de 8.000 ayuntamientos. El PSOE se convirtió en el gran vencedor de estas elecciones porque consiguió la alcaldía en muchas de las grandes ciudades.

Así las cosas, las elecciones generales de 1979 fueron un punto de inflexión para que el PSOE se replanteara su política e intentara copar el Gobierno español. Este replanteamiento se llevó a cabo en el 28º Congreso del PSOE celebrado en Madrid en mayo de 1979 cuando se cumplían 100 años de la fundación del partido. En su ponencia de este Congreso, Felipe González abogaba por que el PSOE abandonara sus tesis marxistas. Dicho congreso se celebró a puerta cerrada (los medios sólo pudieron asistir a la sesión de apertura) en Madrid. La afirmación de González fue rechazada por el grueso del 28º Congreso y éste dimitió de su cargo de Secretario General lo cual hizo que se convocara un congreso Extraordinario.

Las dos corrientes antes descritas explicitaron sus posturas políticas “enfrentadas” en el 28º Congreso, pero sobre todo lo hicieron en el Congreso Extraordinario celebrado meses más tarde, a finales de septiembre. Por su parte, el sector crítico era el más tradicionalista y abogaba por que el partido se reforzara en lo que se refiere al funcionamiento democrático y a la organización federativa. En lo que respecta al sector moderado, era un sector renovador que apostaba por el abandono del término marxista para adaptar los mecanismos de partido a un futuro electorado cuyos votos pudieran alzar al PSOE al Gobierno.

“Viva la democracia española” de esta manera terminó su ponencia de apertura del Congreso Extraordinario Federico Carvajal. Este hecho suponía el reconocimiento de los valores del nuevo sistema político vigente en España y al cual el PSOE debía su recién estrenada situación.

La ponencia ideológica que se aprobó en el Congreso Extraordinario afirmaba que la base del PSOE era la emancipación completa de la clase trabajadora. Según la propia ponencia “la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes”. Con respecto al marxismo quedó aprobada la ponencia de Felipe González por la cual El PSOE asumía el marxismo como un instrumento teórico y crítico, pero no dogmático para el análisis y transformación de la realidad social. De esta manera el partido recogería las aportaciones marxistas y no marxistas contribuyeron a que el socialismo fuera la alternativa emancipadora y respetara plenamente las creencias personales.

Los socialistas tenían claro que querían respetar la tradición y no cambiar nada dentro de la política del partido sin contar con la opinión de los votantes. Al final del Congreso Extraordinario, el PSOE abandonó su ideología marxista y aceptó la socialdemocracia como postura oficial. Además, Felipe González fue relegido como Secretario General del Partido.

El Congreso extraordinario de 1979 supuso una ruptura con el anterior PSOE según palabras del propio Felipe González "Hay que ser socialista antes que marxista". Este congreso supuso una ruptura con la historia y un paso definitivo hacia la socialdemocracia. De esta forma el PSOE se convertía en un partido con capacidad de liderar la sociedad española.

Pero este cambio en la forma de hacer el PSOE no surgió de la nada. El Congreso que tuvo lugar en los Surendes en 1974, cuando aún el PSOE era ilegal, fue la primera piedra para la reformulación del socialismo por el que apostaría Felipe González en los primeros años de la democracia. De este Congreso salió como líder del partido, un PSOE "situado de nuevo en el campo de las fuerzas políticas de interior, de modo que pudo desempeñar un papel fundamental en el proceso de transición” según el catedrático de pensamiento político, Santos Juliá.

Desde el de 1979 han sido diez los que se han celebrado en el seno del partido, pero ninguno de ellos ha sido considerado tan importante como lo fue el de 1979 para la redefinición de las líneas ideológicas del partido.

Durante los últimos meses, el PSOE ha ido encadenando derrotas electorales lo cual ha puesto de manifiesto que las decisiones tomadas en el 38º congreso, probablemente, no fueran las mejores ya no en lo que se refiere a la elección del Secretario General sino respecto a la política de partido. Rubalcaba ha mantenido reuniones con los varones de su partido para analizar la situación del partido en cada una de las comunidades autónomas. Según el propio partido las reuniones sirven para "reactivar" el partido y conseguir escuchar y que sea escuchado en España. Además de asegurar las líneas de actuación comunes en toda España tanto si son partidos de gobierno como si lo son de oposición.

A día de hoy, el liderazgo del partido es algo que mantiene separado al partido puesto que importantes varones del PSOE, como José Antonio Griñán, afirman que es lógico que haya otros aspirantes a la secretaría general del partido. También están los que apuestan por la renovación del partido desde la base y la definición puesto que ven lagunas desde el momento en el que las siglas PSOE desaparecieron a favor de las que hacen referencia a las delegaciones de las comunidades autónomas.

En su última conferencia política celebrada a finales de septiembre en Madrid y que lleva por nombre Ideas para el cambio, el PSOE reconocía en su ponencia que “la crisis económica que vivimos es a la vez el anuncio y la consecuencia de un gran tránsito histórico”. Es por esto que define su principal objetivo es formular una propuesta de acción política dirigida a sacar a España de la crisis. Además, proponen acabar con la incertidumbre de las familias respecto a las consecuencias de la destrucción de empleo o de la falta del mismo. Queda claro que el PSOE está sumido en un proceso de cambio dentro de la política interna del partido y que apuesta por los principales derechos sociales para resurgir como partido.

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