martes, 12 de febrero de 2013

El periodismo y la salud de la democracia

Vivimos en una vorágine mediática, día a día nos encontramos con que los medios destapan prácticas de nuestra élite política intenta ocultar. Lo cierto es que los medios deben ejercer una función de control al Gobierno. Pero ¿hasta qué punto es esto posible? El pasado día 2 de febrero, Mariano Rajoy se presentó ante los periodistas después de que saliera a la luz que Ana Mato podría haberse beneficiado de la trama Gürtel. Los periodistas tuvieron que seguir la comparecencia del Presidente del a través de un monitor de televisión, sin ninguna posibilidad de hacer preguntas.


Desgraciadamente, estamos mal acostumbrándonos al formato de rueda de prensa sin preguntas. Son muchos los dirigentes de la clase política que se esconden tras ello para evitar dar cuenta cuando tienen lugar situaciones incómodas en lo que a sus responsabilidades se refiere. Es grave que el Presidente del Gobierno reuniera a los periodistas en torno a un monitor de televisión, pero más grave lo es cuando los medios han destapado que dirigentes de su partido podrían haber cobrado sobresueldos.

Desde diversos medios se han llevado a cabo iniciativas contra las ruedas de prensa sin preguntas, pero el hecho de que cada vez sean más las comparecencias en las que no se admiten preguntas da cuenta de lo poco efectivas que son estas iniciativas.

No es raro que se impongan determinadas necesidades dictadas por el marketing político, lo inusual (y alarmante) es que sean numerosos los medios periodísticos que acepten estas ruedas de prensa y crean que no es su deber denunciar este hecho.

El periodista John Lee Anderson daba una entrevista en la que hablaba de la relación entre el periodismo y la política.

“Yo lo llamaría el síndrome de la Casa Blanca. Si te destinan como corresponsal en Washington –y me imagino que es lo mismo en La Moncloa- tú tienes que ponerte en la lista de los corresponsales que tienen acceso a la Casa Blanca. Ahí hay todo un protocolo. Luego sale el hombre y tú tomas notas. Luego están las posibilidades que tú tengas de entrevistarte con el hombre, con el presidente, o con los portavoces entre bambalinas. O que seas beneficiado por sus filtraciones. Pero si tú de pronto comienzas a ser crítico no te van a seguir filtrando noticias, no vas a entrar en los círculos del poder, a las copas después de la conferencia de prensa. En general hay un síndrome que se crea alrededor de todos los centros de poder y es que los hombres y mujeres que lo cubren tienden a atomizarse y a convertirse en cortesanos del poder. Es algo muy normal. Y por eso nosotros, el público, los ciudadanos, no estamos bien servidos por los periodistas que están destacados en los principales centros del poder. Y es cierto que han dejado de hacer las preguntas difíciles”

El problema llega cuando los informadores quedan al servicio del poder porque se arriman a él para garantizar sus intereses económicos No podemos denominar periodismo a aquellas acciones que sólo sirven a los intereses de un grupo determinado, que quieren dominar a la opinión mostrando sólo aquello que valoran positivamente y denostando aquello que no aceptan. Aquellos que preguntan y consiguen poner en aprietos al político son los que tienen que en realidad hacen una labor de periodismo al servicio de la ciudadanía.

Gracias a la labor del periodista se llegará a una sociedad más libre porque el hecho de que un periodista pueda plantear preguntas incómodas da cuenta de que el sistema democrático está vivo y sano.

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