martes, 21 de enero de 2014

La entrevista de Rajoy ¿y la buena comunicación política?

15.3% de cuota de pantalla y 2.873.000 espectadores fueron los datos de la entrevista que ayer Mariano Rajoy concedió a la directora de los servicios informativos de Antena 3, Gloria Lomana.
El gran titular que nos dejó (además de lo ser humano que es el Rey, por si había alguna duda) fue que no iba a adelantar acontecimientos de prácticamente ninguno de los temas sobre los que Lomana le preguntó. Rajoy tenía claro que no quería contar nada que no tuviera que ver con los buenos datos macroeconómicos que llevaría días estudiando. Y así lo hizo, “no adelantaré acontecimientos” fue su forma de decir “a eso no le voy a contestar”.

Imagen: Antena 3

Pero cometió un error, y fue meterse en un jardín que no le pertenecía, quizás en el tema más complicado fue donde metió la pata y fue cuando le preguntaron sobre la imputación de la Infanta Cristina. Respondió “seguro que le irá bien” lo que ha sido interpretado por muchos como una señal de que existirá cierta injerencia en el proceso judicial en el que está imputada la hija del rey. Si no tenía ya bastante con la corrupción, el aborto, la ley de educación, las becas erasmus, tarifazos eléctricos y demás se pronunció en el tema que menos debería haberlo hecho…

Las preguntas de Lomana fueron tan directas que hasta una vez se permitió repreguntar con un “y qué?” para intentar sacarle algo al Presidente del Gobierno, pero ni por esas. Y aquí viene otro de los grandes problemas de la policía española y es la ausencia de capacidad comunicativa. No sé quién la habrá dicho a los políticos españoles que ellos tienen que soltar su mitin y ya está…

Comunicar en público no es limitarse a colocar el mensaje en los medios o en las conferencias. Es mucho más, es una actitud, un convencimiento pleno por lo que se está contando. En la Antigua Grecia la oratoria era considerada una disciplina fundamental para el ciudadano, sobre todo para el que quisiera influir o persuadir al público. Pericles afirmó “El que sabe pensar pero no sabe expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar" y razón no le falta porque saber comunicar es símbolo de tener las ideas claras.

La comunicación no sólo se basa en hablar también, como he dicho antes, es una actitud que lleva al comunicador a comportarse de una manera determinada. En el caso concreto de Rajoy, el interés por no responder claramente a las preguntas de la entrevistadora fue el claro ejemplo de que la vaguedad de las respuestas lleva consigo la complicación de los temas para los ciudadanos. ¿Tan difícil es responder claramente, y sin rodeos a las preguntas incómodas? Quizás es por eso, porque son incómodas…

El papel de la entrevistadora fue loable puesto que intentó sacar titulares en todo momento a pesar de lo escurridizo que es el Presidente del Gobierno. Lo que hizo muy bien fue plantear el comienzo de la entrevista con preguntas directas que tan sólo admitían un sí o un no como respuesta, sin titubeos. Algo que, probablemente, no habían contemplado desde el gabinete de comunicación de Moncloa.

Hoy en día la comunicación política va más orientada al marketing, a vender una idea o concepto y, por ende, a quien la expresa. Atrás han quedado discursos como el Ihave a dream de Luter King el Lincoln Memorial en Washington en el que la mezcla entre la poética y las metáforas convirtieron las palabras en un motor del cambio social en unos Estados Unidos donde la tensión se palpaba. Pero no sólo fue lo que dijo sino también cómo lo dijo puesto que se apoyó en inflexiones de voz y en un timbre que mantuvo durante más de un cuarto de hora a los pies del monumento de Abraham Lincon.



Cosas así reflejan el éxito de un político, algo que hoy en día no existe. Quizás haya que olvidarse de vender la idea (asumiendo que el que la cuenta tiene toda la atención) sino que haya que crear un todo en el que idea y orador vayan de la mano para trasmitir un mensaje coherente. Pero para eso (si es que llegamos) parece que queda mucho sobre todo teniendo en cuenta que hoy en día predomina la imagen sobre el mensaje y que cuánto menos tiempo ocupe un ciudadano a leer o entender una idea mejor, no hay más que ver el desarrollo en nuestra capacidad de síntesis que están provocando las redes sociales sobre todo Twittter. Unas redes sociales que, por cierto, han de ser una herramienta más al servicio de la comunicación política, pero no el canal por donde ha de expresarse un político.

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