Estos cambios han influido, especialmente, dos ámbitos: los partidos políticos y la forma de gobernar.
Sabemos que elección de un candidato determinado puede venir
motivada por la el carisma, la atracción o la capacidad de comunicar por lo que
podríamos hablar de una democracia mediatizada en la que la ideología se puede
ver relegada ante los medios. En sí, el sistema de listas cerradas podría
acabar con esto porque el votante se ve obligado a escoger una electoral fija y
no a decidir en función del carisma de un candidato. Pero la mayor parte de las
veces los candidatos que más aparecen en los medios y que intentan tener un
trato más cercano con la Opinión Pública suelen coincidir con los que encabezan
las listas. Además, es destacable que las exigencias del discurso televisivo han
influido e incluso modificado en el mensaje con el que los dirigentes políticos
se acercan a la Opinión Pública.
El hecho de que los gobernantes aparezcan más que nunca en
los medios hace que los ciudadanos tengan fuertes opiniones sobre ellos porque
son personas cuyas actuaciones son visibles y seguidas. Como los ciudadanos
tienen mucha información sobre los hechos exigen actuaciones políticas
inmediatas al respecto. Es por esto que los ciudadanos hacen uso de los medios
como sistema de control de la diligencia y efectividad de la acción de los
gobiernos.
Así pues, los medios ayudan a los ciudadanos a crearse una
opinión sobre los políticos y sus actuaciones. Esto es un arma de doble filo
puesto que los medios les hacen un flaco favor a los ciudadanos porque la
política se ha ido haciendo con las rutinas mediáticas y ha ido insertando sus
discursos en la opinión pública haciendo uso de los numerosos medios de
comunicación de los que disponen.
Probablemente, ahora el reto de los medios
sea colocar un mensaje que haga que los políticos se sientan incómodos y
cambien sus acciones para que así se produzca un cambio en la visión que los
ciudadanos tienen de la política.
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