Son muchos los que hablan de fin del bipartidismo y de debacle para los dos grandes partidos (PP y PSOE), frente al surgimiento de las nuevas fuerzas política, sobre todo tras la irrupción de Podemos con 5 escaños en el parlamento europeo además de las subidas de Izquierda Unida y UPyD.
En las elecciones europeas todo el territorio español se comporta como un conjunto territorial a la hora de votar (circunscripción única) y esto supone un cambio en la manera de contabilizar los votos y, por lo tanto, de definir los escaños.
En las elecciones generales la circunscripción electoral es provincial lo cual supone que los componentes del parlamento son elegidos por provincias en función de la población que compone cada una de ellas. Por esta razón Teruel, por ejemplo, elige muchos menos diputados para el Congreso de los Diputados que Madrid.
Así las cosas, las lecturas que se están haciendo sobre las elecciones del 25 de mayo quizás no sean del todo acertadas porque si bien es cierto que, directamente, el número de votantes de los partidos mayoritarios ha descendido y los partidos minoritarios han ganado fuerza en unas elecciones generales el reparto de escaños no sería igual que en estas últimas elecciones.
Además, el factor de la abstención es el que juega en contra de los grandes partidos porque sus votantes suelen ser los que menos movilizados están y no ven como algo necesario votar en unas elecciones europeas.
El análisis político podría llevarnos a pensar en que en las próximas elecciones se producirá un cambio de tendencia, pero la realidad es bien distinta porque la circunscripción provincial juega a favor de los grandes partidos igual que lo hace la abstención en las citas europeas. Es evidente que los ciudadanos más movilizados en política son los más interesados con la misma y éstos suelen ser votantes de opciones minoritarias cansados de la actuación de los partidos que alternan en el gobierno.
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