domingo, 18 de noviembre de 2012

La renovación ideológica que el PSOE tiene en mente


Durante los últimos años, las elecciones en los diferentes países europeos han dado cuenta de un declive en las políticas socialistas del viejo continente. Las elecciones europeas de 2009 confirmaron la crisis de la socialdemocracia. De 2001 a 2010 pasaron de ser doce a cinco los países gobernados por los socialistas. En los dos últimos años (2011 y 2012), españoles y griegos han votado, mayoritariamente, a partidos de clara índole conservadora. Estos dos procesos electorales parecían haber sumido a la socialdemocracia europea en un pozo sin fondo. Pero nada más lejos de la realidad y es que el pasado mes de abril la izquierda europea empezó a salir de la crisis en la que había estado inmersa durante la última década. En la primera vuelta de las elecciones francesas, el partido socialista, con François Hollande a la cabeza, obtuvo un 28,6% de los votos frente al 27,1% de los votos que obtuvo el hasta entonces presidente Nicolas Sarkozy. La segunda vuelta en el país galo fue una pugna abierta por ocupar el Eliseo que se saldó con François Hollande abriendo una puerta a la socialdemocracia europea tras vencer a Nicolas Sarkozy con el 51,6% de los votos en su favor.



El caso francés no puede equipararse con el español. El PSOE celebró su 38 Congreso Federal en febrero de este mismo año bajo lo que ellos mismos reconocían en la ponencia marco de dicho congreso como “unas circunstancias difíciles” explicadas, en su mayor parte, por el resultado de las elecciones que se celebraron el 20 de noviembre de 2011 en las que perdieron casi 4.500.000 de votantes. En ese Congreso, las miradas estaban puestas en Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón puesto que uno de los dos iba a salir de allí como secretario general del partido. Ambos defendieron sus programas propios, pero cuando acabó el Congreso y Rubalcaba salió elegido con el apoyo de 487 delegados de un total de 952, todos los allí presentes afirmaban que no eran de Chacón o de Rubalcaba si no que eran del PSOE.

Así las cosas, el PSOE se ha enfrentado a las elecciones vascas y gallegas y ha salido de ellas con 10 puntos porcentuales menos que las pasadas elecciones. Este descalabro ha hecho que el partido haya reconocido que van a acometerse “todas las reformas necesarias” Además, desde la cúpula del partido, su número dos, Elena Valenciano, abogó por restablecer las alianzas con los sectores progresistas y descartó la dimisión de Rubalcaba al frente de la ejecutiva socialista. El principal problema al que se enfrenta ahora el PSOE es a hacer frente al aluvión de críticas que surgen desde el seno del partido puesto que numerosos líderes socialistas, entre ellos José Bono o Juan Fernando López Aguilar, han pedido un cambio serio y en profundidad. Como objetivo claro ante el desplome electoral la dirección federal propone una renovación ideológica. Antes de final de año Rubalcaba convocará al comité federal y al consejo territorial (donde están todos los barones del PSOE) y será a principios de 2013 cuando se celebre una conferencia para presentar todas las nuevas ideas.

Quizás la clave de la renovación pase por lo que el ex ministro de la presidencia, Ramón Jáuregui, "renovación ideológica importante" cuando habla de revisar las estructuras institucionales y políticas que han servido al partido desde la primera victoria de Felipe González en 1982. Además del comité electoral, y la consiguiente Conferencia Política, el ex ministro ha afirmado que la "agenda reformista" de Rubalcaba, cuenta con una Conferencia Organizativa y con una Conferencia Económica. Estas tres conferencias podrían ser el pilar de renovación y la restructuración interna del partido. Es por esto que las causas de la debacle del PSOE no hay que buscarlas tanto en los resultados electorales si no en la necesidad de renovación del propio partido.

El Congreso de Bad Godesberg como modelo a seguir


De este modo, las elecciones de 2012 se convertirían en un punto de inflexión en la socialdemocracia española. Al igual que lo fueron las elecciones alemanas de 1957 para el conjunto de la socialdemocracia europea. Durante la posguerra, los sindicatos optaron por declarase políticamente neutrales para así poder negociar con la coalición democristiana que ocupaba el gobierno alemán. Otro de los grandes problemas a los que se enfrentó el SPD fue a que la estructura burocrática a la que estaban acostumbrados había perdido fuerza. En los años cincuenta el socialismo se reforzó gracias, en gran medida, a que los sindicatos se distanciaron de los principios socialdemócratas. Ya durante el Congreso que se celebró en 1954 los símbolos de una fractura en la socialdemocracia eran notables puesto que los miembros de la ejecutiva fueron elegidos, pero como muchos menos votos.

El resultado de las elecciones de 1957 confirmó que el SPD, el partido socialdemócrata alemán, no terminaba de calar entre el electorado alemán. La coalición de los partidos democristianos, CDU y CSU, se hizo con la mayoría absoluta en estas elecciones lo que supuso que el golpe a la socialdemocracia fuera aún mayor. Tras este varapalo el SPD
Celebró el Congreso de Sttutgart en 1958 que sirvió como afirmación de que existía un choque en el partido porque los socialistas más tradicionales perdían terreno a favor de los nuevos socialistas.

El crecimiento económico que tuvo lugar en Europa durante la posguerra llevó a los integrantes del SPD a replantearse su manera de hacer política. El objetivo principal de la socialdemocracia era instaurar los valores del socialismo, pero sirviéndose para ello de los instrumentos democráticos. El Congreso de Bad Godesberg hizo que la socialdemocracia se alejara de la ideología marxista y de la estructura de partido obrero para convertirse en una organización política en la que todos tuvieran cabida y en la que primaba superar la situación de la posguerra antes que llegar al gobierno.

El programa de Bad Godesberg no se refería directamente a la  lucha de clases ni a los intereses específicos de la clase obrera. El SPD tomó conciencia de que debía convertirse en el partido del pueblo. Apostaba por la democracia como norma general del estado porque es la expresión del respeto a la dignidad del hombre y a su responsabilidad. El modelo económico que se aprobó en Bad Godesberg afirmaba que “el socialismo se realizará por la democracia y la democracia por el socialismo.” Además, apostó por la propiedad privada en los medios de producción y por la libre elección de los consumidores porque del Congreso de Bad Godesberg se sustrae que el estado influye en la economía por sus decisiones respecto de los impuestos y la organización financiera.

La socialdemocracia hunde sus raíces en el marxismo puro, pero tras el Congreso de Bad Godesberg dio un giro hacia la moderación y aceptó como válida la economía de mercado como la base de un sistema en el que se respetaran las prestaciones sociales básicas. El principal objetivo de la socialdemocracia es la reforma de las estructuras sociales y la integración de social del electorado para así aumentar el número de votantes. Con Bad Godesberg los socialistas pasaron de querer instaurar el socialismo a adaptarse al capitalismo a cambio de que surgiera un estado-interventor encargado de reorganizar la renta.

Bad Godesberg se convirtió en un hito en la evolución de la socialdemocracia europea tanto fue así que los principios que de allí se derivaron supusieron el auge del socialismo en el viejo continente. Quizás Bad Godesberg sea un espejo en el que el PSOE deba mirarse para iniciar su “agenda reformista” y, como piden algunos de los líderes del socialismo español, que el PSOE restructuere su imagen de partido nacional dejando a un lado siglas como PSC y PSM.



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